La Merced se encuentra a 2,5 km de Marca Borrada. Allí viven unos 400 aborígenes chorotes distribuidos en numerosas familias que comparten un pequeño territorio dentro de la comunidad.
Lo primero que se observa es la precariedad, el abandono, la lejanía de todo. La arquitectura, característica del norte, da cuenta del lento avance de esta población que, hasta hace unos años, permanecía olvidada en el medio del monte.
Aquí, las rejas que comúnmente protegen las casas de las ciudades son reemplazadas por palos de madera, el cemento por tierra y los horarios por el tiempo que les marca el sol. Las mujeres paren, cuidan a sus hijos y algunas hacen artesanías. Los hombres son los protectores y benefactores del hogar.
Los despertadores se sustituyen por la luz del sol o el llamado de los gallos, las cocinas a gas por el horno de barro o los braseros. Las distancias son extensas y desafiantes.
El sol de septiembre estaba empezando a sentirse en mi piel. Quemaba y ardía un poco. Era una siesta aplacada, con algunos niños jugando y seguramente muchos hombres y mujeres descansando durante esas horas muertas.
Sin esperarlo, comencé a observar cierta modernización: los aborígenes tienen luz eléctrica desde mayo de 2010, reciben subsidios del estado nacional, cobran en los bancos mediante extracción con tarjeta y muchos se movilizan en ciclomotores, reemplazando de esta manera las bicicletas o la aventura a pie.
Antenas de Direct TV, celulares, equipos de música, televisores. Todos artefactos industriales que conviven con lo artesanal y lo rústico del monte.
Nos fuimos de La Merced rumbo a la localidad de Santa Victoria Este. Para ello, pasamos por La Merced chica y La Merced nueva, dos comunidades alejadas que ya tienen identidad propia. Cuando le consulté a Lucio más tarde en su casa por qué sucedía ese quiebre, me comentó que algunas familias se pelean con sus vecinos y deciden formar un barrio aparte.
Confieso que imaginaba una Santa Victoria Este diferente, pero nada desentonaba con lo que venía viendo: casas precarias de una o dos habitaciones, letrinas alejadas y compartidas entre varias familias, mucha tierra, poco movimiento…
Modesto me llevó a conocer la municipalidad, la escuela y el predio donde el Chaqueño Palavecino realiza todos los años el Festival TRICHACO. El lugar ya cuenta con un escenario armado y dos grandes tribunas de material.
Una vueltita más por la ciudad, y volvimos a Marca Borrada por el mismo camino, un sendero abierto a través del monte, bordeando el Pilcomayo, hecho a raíz de la Fiesta de la Cultura Nativa que organiza Jorge Rojas desde el año 2009.
Fue un encuentro con una realidad completamente diferente e inesperada. Más allá de los avances logrados y del terreno ganado en materia de derechos para los aborígenes, falta mucho por hacer. Se necesita un verdadero cambio estructural en educación, economía y salud, de lo contrario, continuaremos viendo a los habitantes de estas comunidades completamente postergadas mirando a Tinelli por televisión.
Me cautivo tu viaje al chaco me senti transportado en el espacio y el tiempo.
Espero que sigas publicando tus viajes y difundiendo esas realidades que tan poco concemos.
Felicitaciones y suerte
http://www.youtube.com/user/danycanal
ALGO DE DATA
Gracias María Alejandra! Con gente como vos, que además de la pluma, tenés la generosidad de compartir sin tantos ítems de acceso ni registraciones complicadas tus expericias, podemos ir conociendo y sintiendo en el pecho un poquito más en serio a nuestra patria grande.
Qué lindas palabras! Muchas gracias Carlos por leer estas líneas. Un abrazo!
lindo viaje, tus palabras son hermosas, me atrapo tu relato. Besos.
Gracias Lore, un gusto!
Estimada Maria Alejandra: Leí con avidez tu blog y me pareció muy interesante y cautivador. Con uno amigos estamos por viajar para las Fiestas Nativas y quisiera me informaras sobre el clima, que ropa y que comida llevar. Desde ya muy agradecido y te reitero mis felicitaciones por compartir tus experiencias.
Gracias por leer este blog Roque! Mi viaje fue en septiembre, por lo que el clima durante la Fiesta de la Cultura Nativa no será el mismo. Por fotos que he visto de las personas que se acercan a La Merced para esta fecha, les recomiendo llevar buen abrigo para la noche. Por la zona no hay hospedaje, por eso se habilitan sectores para carpas. No sé en qué se movilizarán, pero traten de llevar alimentos no perecederos que consuman habitualmente y no pierdan la oportunidad de comprar a los nativos comidas típicas y artesanías. ¡Éxitos!
Muchas gracias. Vamos a tomar en cuenta tus consejos. Nos movilizaremos en camionetas y auto. Sabes donde podria informarme con mas presición sobre el clima?. Cuales serían las comidas tipicas que podemos adquirir de los nativos?
NO SE AGUANTA EL ABANDONO, PARECE MENTIRA QUE COMO VOS O LOS ROJAS SE TENGAN QUE ENCARGAR DE LAS CONDICIONES MINIMAS, LASTIMA QUE NO ESTA PUBLICADO MASIVAMENTE ESTOY CON VOS – DALIA
Dalia, gracias por leer este blog.
Lo cierto es que hay muchísima gente que ayuda. Desde allá, de trabaja para mejorar las condiciones de vida de los aborígenes y desde todo el país se envían donaciones de ropa, calzado, útiles.
Un beso!
María Alejandra:
Me transportaste nuevamente a esos pagos, que a pesar de no ser exactamente los mismos que yo recorrí, generan vivencias idénticas.
El tema con los asentamientos aborígenes, es que, o se los olvida o se los quiere transformar a nuestra forma de vivir, a nuestro ritmo de vida e incluso a nuestros vicios. Todo ello lleva a robarles su identidad, su cultura y costumbres de la misma forma que se le robaron sus tierras y se las reemplazaron por terrenos secos o pantanosos, donde no pueden sembrar nada y donde no hay nada que cazar.
Se puede apreciar por todos lados las «curitas» políticas que se usan para tapar profundas heridas. Televisión, dvd’s , computadoras y un montón de cosas superfluas, mientras que no tienen muchas de las necesidades básicas cubiertas ni siquiera en forma mínima.
En muchos poblados del monte, se puede respirar la discriminación que hay de los «gringos» a los criollos y de estos a los «indios».
Pero a pesar de todo, la gente es buena, sana y desinteresada. Nunca te niegan un mate, un catre para descansar o una ayuda.
Pero dejemos de lado por un rato todo esto y recordemos los paisajes, esas picadas en el medio del monte con el sol de fondo, rodeado de arbustos «pinchosos» y de ese silencioso ruido (vos me entenderás la expresión) que se te va fijando en tu cabeza y que hace que cuando te vas a dormir, al cerrar los ojos, en lugar de oscuridad, ves el sendero.
La pucha, que ganas de volver….
Estimada Alejandra, cada tanto ingreso al blog y me pongo a leer este hermoso relato como una manera de recordar algunos días vividos en la zona durante las fiestas de la cultura nativa 2010 y 2011, muchas gracias por compartir tu experiencia y, tengo que confesar, me gustaría volver a «vivir» el chaco salteño pero en una epoca distinta a la de las festividades, mas tranquila, para escuchar esas historias de monte, que seguramente serán muy parecidas a la historia de nuestro monte santiagueño.
Abrazo grande y muchas gracias nuevamente.
Hugo, muchas gracias por leer y releer este blog.
Creo que esta experiencia nos ha dejado a muchos con las mismas ganas de volver.
Estoy segura que lo vamos a concretar…
Saludos!